Escribo
desde Argentina sobre la ética y la política en la escuela. En el año 2015, en
elecciones libres, cambió el gobierno nacional de un signo político a otro,
completamente distinto. Seguí escribiendo durante el año 2016, entiendo hoy,
llevada por la inercia pero sin
comprender cabalmente el profundo cambio
que esa transición política significó. Me quedé muda, literalmente en diciembre
del 2016, fecha de mi último posteo.
¿Cómo
pensar la formación del ciudadano sin comprender el contexto histórico, social,
cultural y económico?
Transcribo
el primer párrafo de ese libro, para pensar juntos el cambio vivido en Argentina, estemos de acuerdo o no con él.
Liberación nacional, renacimiento nacional,
restitución de la nación al pueblo, Commonwealth,
cualesquiera que sean las rúbricas utilizadas o las nuevas fórmulas
introducidas, la descolonización es siempre un fenómeno violento. En cualquier
nivel que se la estudie: encuentros entre individuos, nuevos nombres de los
clubs deportivos, composición humana de los cocktail-parties,
de la policía, de los consejos de administración, de los bancos nacionales o
privados, la descolonización es simplemente la sustitución de una «especie» de
hombres por otra «especie» de hombres. Sin transición, hay una sustitución
total, completa, absoluta. Por supuesto, podría mostrarse igualmente el
surgimiento de una nueva nación, la instauración de un Estado nuevo, sus relaciones diplomáticas, su
orientación política, económica.
Las
imágenes que ilustran este post son de Oswaldo Guayasamín (Quito,
6 de julio de 1919 - Baltimore, 10 de marzo de 1999) un destacado pintor,
dibujante, escultor, grafista y muralista ecuatoriano.