En medio de las frenéticas idolatrías de nuestra época, en la que con
facilidad se pueblan las pantallas con ídolos y "diosas", Onetto[1]
propone al docente "como modelo de
identificación axiológica". Un modelo no es perfecto, ni ejemplar, ni una
incitación a la imitación. Pero recrea un valor de un modo único y personal,
permitiendo la renovación de la vida.
“El modelo auténtico de valores no
remite a sí mismo, a su propia
historia, remite al valor. Esta es la diferencia fundamental entre el modelo y el ídolo. Este último
sujeta, pide repetición, no remite más allá de sí. Los ídolos se imitan en su
forma de vestir, de hablar de realizar un determinado valor. Siempre refieren a
algún valor: deportivo, musical, artístico, etc. pero generan imitadores,
no adhesión al valor.
Por otra parte, el ídolo
es incuestionable. Se
justifican todas sus incoherencias o defecciones.
(...) Si tuviéramos que elegir una palabra para designar
el influjo que ejerce el modelo de valores, el término elegido sería “inspiración”.
La
palabra imitación está muy lejos de
la idea de inspiración. Inspirar a
alguien es despertar en él un comienzo. No es darle un producto terminado para
que lo reproduzca sino que es inaugurar un comienzo. El que inspira siembra
direcciones, abre caminos. La inspiración muestra puertas abiertas adonde parecía que sólo existían muros cerrados. La inspiración es una
invitación, una provocación interior, una movilización, una insinuación.(...)
la inspiración se caracteriza por generar autonomía y no
dependencias.(...)Los contenidos de la
inspiración son muy particulares. No son un contenido recortado. Es decir, no
se trata de retener una frase, un gesto, un modo de hacer, una
conceptualización. Lo que se transmite es algo más genérico y más potente: es
un amor, una convicción. Ese amor es
portador de la fuerza del deseo, e
inaugura por consecuencia una búsqueda."
Quizás pueda servir como estímulo para la lectura completa del libro
PENSAMIENTOS
INQUIETANTES... PARA DEBATIR
- “Nadie contagia enfermedad que no padece”.(Dicho popular)
- Y Lucio Séneca escribió en el siglo I: ‘Elige por maestro a aquel a quien admires, más por lo que en él vieres que por lo que escuchares de sus labios’.”(Ruiz)
[1] Onetto F.
(1996) Con los valores ¿quién se anima? Argentina: Ed. Bonum
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