El
proceso de cambios desde las fiestas populares hacia la celebración centrada en
el Estado comenzó en las últimas décadas del siglo XIX y se encuentra
claramente consolidado en torno de la celebración del Centenario de la
Revolución de Mayo.
Para
explicar el recorrido desde la fiesta popular hacia la nueva forma de
celebración, en la que el Estado asume un rol protagónico fundamental a partir
de la presencia y el discurso del presidente, la asistencia de éste y otras
autoridades al Te Deum, y el
despliegue
de desfiles militares es necesario tomar en cuenta una variedad de causas.
Las transformaciones surgidas
en la ciudad de Buenos Aires fueron enormes y muchos testimonios de todo tipo
dan cuenta de ellas. Desde 1880, era la capital de la República Argentina, un
Estado nacional consolidado a partir del sometimiento de los
pueblos
indígenas que permitió la expansión de las fronteras y el efectivo dominio del
territorio.
El
crecimiento y la modernización del país, el tendido de los ferrocarriles hacia
las zonas más productivas y el orden político estable garantizaron el
desarrollo de una importante actividad agroexportadora. Buenos Aires, junto con
Rosario y luego Bahía
Blanca, fueron los puertos más importantes de este
enorme, voluminoso y rico comercio internacional.
Buenos
Aires se convirtió en una ciudad grande con una población que continuaba
aumentando en forma acelerada (de 1.830.000 habitantes en 1869 llegó a los
7.904.000 en 1914). Esta multiplicación de la población trajo aparejada una
importante
actividad
productiva y comercial de los bienes y servicios que requería para su vida
cotidiana. La gran aldea, que era el escenario de la fiesta popular, había
desaparecido para dar lugar a una metrópolis. Con la extinción de la gran aldea
se agotaron también
las
formas de festejar que le eran propias, en especial en la zona del Centro.
En la Ciudad fue muy importante
el impacto cultural de la inmigración masiva de españoles e italianos de fines
del siglo XIX y comienzos del XX, a tal punto que, hacia 1880, las fiestas de
las comunidades de inmigrantes tenían un despliegue y una convocatoria tanto o
más importante que las Fiestas Mayas y otras conmemoraciones patrias. Las
costumbres de los inmigrantes, junto a los gustos europeizantes de la elite
–especialmente por la cultura y las modas francesas– hicieron de Buenos Aires
una ciudad auténticamente cosmopolita.
La elite dirigente de la
Argentina respondió al desafío que esta situación multicultural y
pluriidentitaria implicaba motorizando la revitalización, o en un sentido más
estricto, la refundación de los festejos patrios. El Estado ocupó entonces el
centro de la escena con
los actos cívico militares. El sistema educativo con sus planes de estudio y
sus actos escolares funcionaron como herramientas privilegiadas y eficaces de
esta transformación que apuntaba a la
formación de “los argentinos”.
Bicentenario
: Las Fiestas Mayas / coordinado por Susana Wolman. -
1a
ed. - Buenos Aires : Ministerio de Educación - Gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires,
2010.
136 p. ; 30x21 cm. - (Aportes para la enseñanza. Escuela Primaria. Segundo
ciclo)
ISBN
978-987-549-425-1 pp-134-135