ETICA DOCENTE

lunes, 16 de febrero de 2015

EL DERECHO CIUDADANO A LA INFORMACIÓN Y LA COMUNICACIÓN



La coyuntura histórica nos invita a pensar, debatir y tomar decisiones.
Compartimos el artículo de opinión  de  Washington Uranga, disponible en




No te dejará dormir este estrépito infinito
que intenta llenar los días de tinieblas y enemigos.
Una estruendosa jauría se empeña en hacer callar  las preguntas, los matices, el murmullo de ojalás.

Ismael Serrano







En medio de esta lucha por el poder, la ciudadanía padece el desconcierto propio de la falta de fuentes creíbles y la dificultad normal de quien, necesitando elementos para tomar decisiones libres, se ve tironeado y aguijonado por una lucha política y de poder en la que, aun siendo parte, se le hace muy difícil participar. Otra vez la verdad resulta inmolada, la política desciende hasta sus versiones más pobres y nefastas, y el derecho ciudadano a la información y la comunicación –que habilita la legítima y consciente toma de decisiones– está nuevamente sacrificado. Aprovechando el Carnaval, hasta los traidores aparecen disfrazados de héroes.


…..

Por cierto que no se trata de dejar de lado o negar el conflicto. De ninguna manera. El conflicto es esencial a la diversidad y a la pluralidad democrática. Se necesita del conflicto como combustible imprescindible para mantener la esencia de la construcción política. Pero para que el conflicto adquiera legítimo sentido, se demanda al mismo tiempo honestidad en la confrontación de ideas y transparencia en el juego de los intereses que persiguen cada uno de los actores.

El filósofo y sociólogo francés Edgar Morin sostiene que “la democracia necesita tanto del conflicto de ideas como de opiniones que le den vitalidad y productividad”. La coyuntura exige a todos los actores –sin exclusión alguna– una gran cuota de responsabilidad que está inevitablemente asociada, primero, a conductas ético-políticas que resulten irreprochables; después, a la decisión de perseguir el bien común por encima de los intereses exclusivamente personales; y luego, a la imprescindible creatividad para buscar alternativas ante las dificultades que presenta el momento político.



Si se callase el ruido
quizá podríamos hablar
y soplar las heridas,
quizás entenderías
que nos queda la esperanza.

 
Ismael Serrano
(“Si se callase el ruido”).

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