La coyuntura histórica nos
invita a pensar, debatir y tomar decisiones.
Compartimos el artículo de
opinión de Washington Uranga, disponible en
No te dejará dormir este estrépito infinito
que intenta llenar los días de tinieblas y enemigos.
Una estruendosa jauría se empeña en hacer callar las preguntas, los matices, el murmullo de ojalás.
Ismael Serrano
que intenta llenar los días de tinieblas y enemigos.
Una estruendosa jauría se empeña en hacer callar las preguntas, los matices, el murmullo de ojalás.
Ismael Serrano
En medio de esta lucha por
el poder, la ciudadanía padece el desconcierto propio de la falta de fuentes
creíbles y la dificultad normal de quien, necesitando elementos para tomar
decisiones libres, se ve tironeado y aguijonado por una lucha política y de
poder en la que, aun siendo parte, se le hace muy difícil participar. Otra vez
la verdad resulta inmolada, la política desciende hasta sus versiones más
pobres y nefastas, y el derecho ciudadano a la información y la comunicación
–que habilita la legítima y consciente toma de decisiones– está nuevamente
sacrificado. Aprovechando el Carnaval, hasta los traidores aparecen disfrazados
de héroes.
…..
Por cierto que no se trata
de dejar de lado o negar el conflicto. De ninguna manera. El conflicto es
esencial a la diversidad y a la pluralidad democrática. Se necesita del
conflicto como combustible imprescindible para mantener la esencia de la
construcción política. Pero para que el conflicto adquiera legítimo sentido, se
demanda al mismo tiempo honestidad en la confrontación de ideas y transparencia
en el juego de los intereses que persiguen cada uno de los actores.
El filósofo y sociólogo
francés Edgar Morin sostiene que “la democracia necesita tanto del conflicto de
ideas como de opiniones que le den vitalidad y productividad”. La coyuntura
exige a todos los actores –sin exclusión alguna– una gran cuota de responsabilidad
que está inevitablemente asociada, primero, a conductas ético-políticas que
resulten irreprochables; después, a la decisión de perseguir el bien común por
encima de los intereses exclusivamente personales; y luego, a la imprescindible
creatividad para buscar alternativas ante las dificultades que presenta el
momento político.
Si se callase el ruido
quizá podríamos hablar
y soplar las heridas,
quizás entenderías
que nos queda la esperanza.
quizá podríamos hablar
y soplar las heridas,
quizás entenderías
que nos queda la esperanza.
Ismael Serrano
(“Si se callase el ruido”).
(“Si se callase el ruido”).
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