¿Cuáles son
los paradigmas vigentes en la escuela?
El término “paradigma”,
utilizado por el filósofo y científico Thomas Kuhn, refiere al “conjunto de
prácticas que definen una disciplina científica durante un período específico
de tiempo”
En
educación puede identificarse la co-existencia de dos paradigmas: Paradigma punitivo-normativo-individualista
y Paradigma humanista-comprensivo-integrativo.
En
el marco del primer paradigma, también reconocible como “tradicional”, la
escuela se organiza centrada en el docente, en base a las teorías psicológicas
de la época y a una concepción del conocimiento a partir de la cual los
contenidos transmitidos se constituyen en verdades absolutas.
La
memorización, como proceso de pensamiento, se privilegia en el proceso de
aprendizaje. El docente se constituye en el transmisor de un saber acabado y el
alumno, considerado una tabula rasa, reproduce dichos saberes.
La
función social de la escuela es, bajo este paradigma, adaptar el sujeto al
orden social establecido, inspirándose en los modelos imperantes en Europa en
momentos de su surgimiento.
En
Argentina, este modelo se expresó claramente con el proyecto político de la Generación de los ‘80
(siglo XIX).
(…)
La
función de la escuela era precisamente, formar seres heterónomos, dependientes,
homogéneos, capaces de acatar la autoridad sin resistencia y perpetuar el orden
social y cultural imperante, considerado como legítimo y justo. La escuela se
constituye en aparato ideológico del Estado. La mayoría de los adultos del presente fueron educados en este paradigma,
cuyos supuestos aún permanecen.
En el siglo XX, con la aparición del paradigma humanista-comprensivo-integrativo, se abre un nuevo horizonte de gran riqueza en tendencias educativas, las cuales se oponen al proyecto oficial de la modernidad.
Llevado
al plano pedagógico, aparece un ser humano con conocimientos de la experiencia
cotidiana, capaz de participar en la construcción de su propio proceso de
aprendizaje. El conocimiento no es ya una verdad inmutable, sino una producción
socio-histórica, provisional, que se renueva y se supera a sí misma a través de
las investigaciones. El docente asume un rol activo como facilitador de
experiencias. La verdadera educación consiste en aportar las
condiciones necesarias para permitir a las funciones cognitivas y afectivas,
madurar y desarrollarse.
Con estas precisiones reflexionamos
acerca del sistema de resolución de conflictos en la escuela.
En
un paradigma punitivo, normativo e
individualista, las normas intentan mantener la disciplina. Si se violan es
necesario encontrar culpables y aplicar una sanción como castigo. Como se
observa, está ligado a una visión verticalista de la autoridad, donde la
obediencia es el valor supremo. Se educa para una adaptación conformista y
acrítica. Pero si la idea es privilegiar la prevención, valorar lo pedagógico y
reparador de las sanciones que se adopten por transgredir las normas de
convivencia; si se piensa en otorgar el derecho a la defensa para exponer otra
versión de los hechos donde, si existió la falta, se proponga reflexionar sobre
el daño provocado; si se promueve la reparación del daño y/o la
responsabilización del desagravio; si la redacción de códigos o acuerdos de
convivencia se realizan con consenso previo y necesario, involucrando a todos
los actores institucionales, entonces se privilegia un nuevo paradigma humanista, comprensivo e
integrador en educación.
Párrafos extraídos de:
EnRedArse Programa para la Convivencia
Educativa. Cuadernillo Teórico
Nº 2. Resolución Pacífica de Conflictos. (2010)
Consejo General de Educación Provincia de Entre Ríos. Argentina
Texto completo disponible en
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